domingo, 5 de junio de 2016

Idol

345.

Título original: Ya tayr el tayer (Arab idol)
Título español: Idol
Director: Hany Abu-Assad
Año: 2015

País: Palestina
Género: Drama
Duración: 100 minutos
Mi nota: 8.0/ 10



Tal vez la primera película palestina que veo (no confundir con Israel).

Nos cuenta la vida de Mohammad Assaf, cantante palestino que alcanzó la fama tras su triunfar en el programa de talentos "Arab idol".

La película es un tanto irregular, pero está cargada de emociones. Nada más comenzar ya supe que iba a gustarme. La historia comienza en 2005 con un joven Mohammad y su hermana Noor recorriendo las calles de su ciudad en la franja de Gaza en busca de dinero para comprar instrumentos y cumplir su sueño. Un sueño sencillo: cambiar el mundo con la voz de Mohammad. Ya en 2012, Mohammad se las ingenia para presentarse en El Cairo a las audiciones de "Arab Idol" y eso cambió la vida de muchas personas.

Toda la parte de 2005 me ha encantado. Desde la termura de los hermanos (ambos rebosan empatía y llenan la pantalla) hasta la cruda realidad de Gaza con sus calles polvorientas, edificios en ruinas y el bloqueo de Israel siempre presente aunque sea de manera indirecta. En 2012 la cosa cambia. Algunos personajes ganan protagonismo y se agradece, pero en el caso de Mohammad pierde carisma y fuerza, aunque conserve su voz, claro.

Pese a saber cómo termina la película antes incluso de verla empezar, la emoción de varias escenas me ha humedecido los ojos en unas cuantas ocasiones, sobre todo con la parte de 2005.

Pese a ser algo que está ahí y que en cierto modo conocemos, no deja de sorprenderme que en pleno siglo XXI siga existiendo Gaza (y Cirjordania) y que el pueblo palestino esté recluido en su propia tierra bajo el beneplácito de estados mal llamados del primer mundo. En fin...

La presencia de Mohammad Assaf en "Arab Idol" fue un hito en Palestina en particular y en mundo árabe en general. Algo tan sencillo como un programa de televisión dio esperanzas a millones de personas. Me quedo con eso, pero parece mentira que lo que no pueden hacer los líderes mundiales y la política lo logre (al menos en parte) la música o el deporte.




- Lo mejor: la relación entre hermanos.
- Lo peor: he echado me menos subtítulos en las canciones.


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